Si no se reúnen las condiciones requeridas o establecidas para impartir a muchos simultáneamente, sin previa confesión individual, las absoluciones colectivas resultan inválidas.
De lo contrario, cada ejecución será una alarma pública, cada absolución una sentina de sospechas y cada día que dure una causa, un hormiguero de quejas, odios y peligrosas inquietudes.