Los substitutos óseos deben ser bio-activos, bio-compatibles, bio-degradables o bio-absorbidos, además de favorecer el crecimiento óseo por conducción y si es posible por inducción.
Los crinoideos son los menos conocidos de todos los equinodermos vivos, sin embargo, sus restos óseos se encuentran entre los más abundantes e importantes fósiles.
En los peces óseos primitivos se presume que esas vesículas aparecieron como estructuras respiratorias accesorias derivadas del último par de bolsas branquiales embrionarias.