Ese día, con más angustia que nunca, veíamos le entrar tambaleante como siempre, oloroso a reverbero, los ojos aguados, la nariz de tomate y un paltó dril verdegay.
Es una manera espontánea, libre, desinhibida e íntima de hacer el amor que permite alcanzar cotas inimaginables de placer, aunque nunca de forma rápida.
Un diario no puede ser nunca algo frío ni arrevistado, en contra de lo que algunos han venido predicando insistentemente, y que por desgracia ha encontrado eco en tantos lugares.