Una torpe y desastrada banda de músicos, de intenciones vagamente jazzísticas y resultados puramente caóticos, ensaya con regularidad en el sótano de una sastrería.
Me irrita toda facundia, todo lo difuso y vagamente exaltado, lo ambiguo, lo innecesariamente morboso de una novela, de una biografía, de una exposición intelectual.
El motivo de su enfurecimiento con el cargo es el hecho de que, incluso dentro de los estándares de la industria, las palabras arquitecto y arquitectura están muy vagamente definidas.