Muestra, con orgullo, las máquinas urdidoras, las teñidoras y otras que permiten que sus creaciones no tengan nada que envidiar a las de otras naciones.
No confío en direcciones de centro maniatadas, serviles, urdidoras de intrigas, amigas de encontrar enemigos ficticios que escondan sus carencias, ajenas a cualquier causa que no sea su permanencia.
Quizá mandón, quizá iluminado o analítico, quizá poeta o gramático, quién sabe si matemático o urdidor de tramas novelescas siempre protagonizadas por mí.