Al oír esto, el que comía los altramuces se tuvo por consolado, pues comprendió que había otros más pobres que él, teniendo menos motivos para desesperarse.
Más de 50 regalos que iban desde una completa ancheta, hasta un televisor de 32 pulgadas, que todas soñaron ganar, pero sólo una tuvo la surte de obtener.