Los tambores acogen a cada visitante con un batido o redoble y éste corresponde obsequiando a los tamborileros con algunas monedas que pasa por su frente o por los labios.
Mientras un grupo de tamborileros desfilaba mágicamente en el aire, varios contorsionistas dislocaban sus hombros y brazos, y otros caminaban por hilos que atravesaban el escenario.