Esta reacción se manifestó en la constitución de 1889, sobre todo mediante una reacción neotradicionalista, que virtualmente impuso una nueva religión centrada en el culto al emperador: el sintoísmo.
El gobierno militarista impuso la ideología del sintoísmo estatal a la población para justificar la agresión bélica, y en consecuencia, tomó enérgicas medidas contra toda forma de oposición.