Poner en la farola, mettre à la lanterne, era servirse de las cadenas de los reverberos del alumbrado para colgar a los que el furor popular designaba.
Ese día, con más angustia que nunca, veíamos le entrar tambaleante como siempre, oloroso a reverbero, los ojos aguados, la nariz de tomate y un paltó dril verdegay.