Tuvo fases en las que gustó su comportamiento ante el primer toro de su lote, al que prendió cinco rehiletes, los dos últimos de excelente ejecución y colocación.
Un rehilete puede ser varias cosas: un molinillo de viento, las banderillas que el torero le clava al toro o bien, un dicho malicioso: una pulla o puya.