Se trata de lab-on-chip, un microchip que permite detectar la presencia de aminas biógenas, sustancias microbianas presentes en alimentos con proceso de fermentación.
Así, se modificó genéticamente una cepa de las bacterias que no necesitan carbono orgánico para crecer en una célula de combustible microbiana para este estudio.
La miel también mostró resistencia a la descomposición microbiana, ya que los microorganismos no pueden crecer en ella debido a su poco contenido de agua.