En una ocasión, en un congreso científico al que asistí, durante la cena de gala del mismo, unos individuos vestidos como trovadores interpretaron música medieval con sus laudes.
Después descansábamos y estudiábamos hasta las tres, en que rezábamos vísperas, completas, maitines y laudes, teníamos otra conferencia hasta las cinco, en que íbamos a comer.
Al principio se resistía a las horas canónicas con su rutina bobalicona de maitines, laudes, vísperas y otros oficios de iglesia que ocupaban la mayor parte del tiempo.