Tengo la sangre hirviendo como un sinuoso trueno derramado, tengo las manos ásperas como herramientas duras y soleadas; tengo los ojos lúbricos como lúbricas raíces.
No sólo toda su atención, también todos sus sueños lúbricos de poder los aleja de la atención a sus conciudadanos, quienes los eligieron y quienes les pagan hasta de más.