Toda esa gente que se traga esos programas y luego compra los productos que anuncian, esos son los que convierten en multimillonarios al hijo ineducado de nuestro vecino.
Es un ineducado y grosero y no tiene además en cuenta a quien le está hablando: a un gran teólogo con prestigio internacional y muchas decenas de libros escritos.
El metro es un cajón de sastre semoviente en el que igual se encuentran jóvenes ruidosos montando un botellón sucio e ineducado que lectores silenciosos e introspectivos.
Desde hace unos años proliferan los programas de televisión que intentan convertir a unos ineducados jóvenes en estrellas profesionales de varias artes, como la música o el baile.