Y, en este punto, ya es fácil deducir cuáles serán nuestras cualidades impolíticas: flojera, desorganización, irresponsabilidad, inmediatismo, quemimportismo, leguleyismo, indisciplina, rutina...
Se podría decir que la revolución sigue la lógica del principio político de la representación, mientras la revuelta asume la idea impolítica de lo irrepresentable.