Pero labor suya también es vitaminar el cuerpo exangüe de un país con tantas gentes sobradas e ignaras: tanto apocalíptico terminante, con lecturas mal digeridas.
Cuando pudo haber aprovechado las condiciones favorables para el diálogo bilateral, las malgastó enviando negociadores totalmente ignaros en el arte de la negociación.
Si fuéramos de otra pasta, si fuéramos rompibles, ignorantes de nuestra condición mortal; rompibles ignaros, seríamos felices, pero es que la gracia está en que no lo somos.