Un penetrante frio alcanzaba llegar a mis huesos, quebrándome hasta el punto de titiritar, sin embargo yo permanecía estupefacto, con mi abrigo al alcance de mi mano.
Encontraron diversas pertenencias, entre ellas mucho algodón hilado, pero también algo que los espeluznó: cuatro o cinco huesos de brazos y piernas humanos.