Ni qué decir que hay más y más cristianos parados una o dos horas en grandes congregaciones cantando y alabando con sonrisas, alegría, alborozo, aplaudiendo y danzando.
Siempre envidié a quienes podían dormir ocho horas seguidas - - o incluso más - y encarar la jornada con la satisfacción de un descanso mayestático en su haber.