Mediante este análisis riguroso, la identificación fonemática deja de basarse en un criterio tan ingenuo como el de semejanza (física, fisiológica o acústica) para adquirir bases absolutamente científicas.
Es posible reducirlo a su calidad de objeto, para describir en él las disposiciones fonemáticas, las aliteraciones, las anormalidades, la ruptura de códigos, las malformaciones sintácticas.
Es natural que para el análisis de la composición sonora de las palabras (etapa inicial de toda escritura), sea indispensable un adecuado desarrollo de la audición fonemática.