La modernidad nos amenaza a la vuelta de cada esquina, con su brutal estupidez, su mezquina frivolidad, su estomagante gregarismo, y según parece, lo putrefacto de su alma.
Escribía en los márgenes de los diarios, revistas o periódicos quincenales, escribía en hojas encontradas en las calles, amarillentas por las pisadas del aire de los días estomagantes.