Ese día, con más angustia que nunca, veíamos le entrar tambaleante como siempre, oloroso a reverbero, los ojos aguados, la nariz de tomate y un paltó dril verdegay.
El empobrecimiento de la región hizo que sus habitantes se acostumbraran a entrar furtivamente a robar cualquier material vendible que pudieran encontrar.