Cuando la señorita termina, sin embargo, los jóvenes se retiran de la ventana y, engolando la voz, hacen una mofa despiadada de la misma aptitud que acaba de deleitarles.
Sin embargo, una cosa es producir un sonido natural, y otra muy diferente, fingir, engolar, imitar o mostrar de otro modo una imagen falsa de la propia voz.