Para enfatizar esto último, la tradición paremiológica hispánica, en la que se enclava nuestro refrán, ideó un castigo para quien llegara a quitarlo ya dado.
Lo sencillo es enclavar esta penuria en las múltiples facetas de la crisis, que sirve como escusa para justificarlo todo, pero la realidad es más tozuda.
Las razones de esta conducta se hallan en que estas redes desarrollan un núcleo congelado de elementos que se enclavan en ciertos valores y permanecen invariables.