La investigación de las entidades determinó que la mayoría del terreno desforestado (56 por ciento) se transformó en coberturas de pasto y el 10 por ciento en áreas agrícolas.
La tala de bosques, las prácticas agrícolas de subsistencia, la intensificación de la producción agrícola y la expansión de los centros urbanos han cambiado drásticamente el paisaje.
Con la crisis de la industria azucarera y su privatización, decenas de miles de trabajadores agrícolas perdieron su trabajo y comenzaron a buscar alternativas.