Los recién llegados inauguran un establecimiento fantástico: un almacén de imposibles, donde la gente del pueblo encuentra los sentimientos o virtudes que necesitan.
Como que tampoco veo incongruencia alguna entre estos valores y las tradicionales cuatro virtudes cardinales cristianas de prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
Ortiz, quien ya por entonces lucía yines rojos y descosidos, elaboraba fanzines existencialistas a los que les podaba las virtudes como si fueran bonsáis.