Así, he ido pasando de la combinación leche-nata-yema-azúcar a una versión refinada de dextrosa-sacarosa-glucosa como sustitutos del azúcar normal y corriente.
Desde sus inicios, su ser no ha sido reconocido como tal, ya sea por déficit (figuras parentales o sustitutos ausentes) o por exceso (figuras intrusivas).