Investigaciones pioneras hechas en nuestro país en 1965, demostraron el efecto negativo que la desnutrición e incluso la subalimentación producían en el coeficiente intelectual de los niños.
Numerosos experimentos con animales han demostrado que la subalimentación - en contraste con la sobrealimentación -; tiende a prolongar la vida y a mejorar la salud.
Hacernos parte de un modelo económico-social en que, aproximadamente, un quinto de la población está condenada al subconsumo y a una congénita subalimentación.