La propia sabiduría popular, trasuntada en los refranes corrientes, desplaza el valor de la simpatía ingénita bien que subordinándo la a un concepto de azar o suerte.
Cincel importante, el parecernos a la gente que camina por las calles, ya lo decía, hablar como el espirituano, con su gracejo popular, con sus refranes y dicharachos.