Una vez arreado a la selva, el peón queda prisionero los doce o quince años que, como máximum, resistirá a las labores y a las penalidades que le aguardan.
Días y días soportando penalidades en la cima de una montaña para aprovechar los raros periodos bonancibles apropiados para realizar continuas y repetidas series de observaciones angulares.
Lo único es que uno puede dejar el trabajo cuando quiera e ir se a palmar tranquilamente de hambre debajo una alcantarilla con ratas, compartiendo gazuza y penalidades.