Si bajases se acabarían las noches largas, interminables, y se disiparían tantos nubarrones, amenazantes; huirían los miedos y las tristezas que escoltan a las tinieblas.
Y, por eso, no he hablado de sus guturales; de su cielo coherentemente empizarrado con nubarrones; de sus tejados mohosos que contienen los excesos de la lluvia.