Constituían una especie de monacato, cuyos seguidores eran estrictos cumplidores de la ley, aunque diferían de los otros grupos religiosos en su interpretación de esta.
La evolución posterior del monacato iba a determinar el nacimiento de otras órdenes religiosas y, luego, de las modernas congregaciones, apostólicas y contemplativas.
Pero, por otra parte, no hay que olvidar que el monacato cristiano se presentó como la continuación de la filosofía; estábamos, pues, frente a una sociedad monosexual.