Como toda fiebre, el petróleo de esquisto corre el peligro de ser una ilusión pasajera o una extraordinaria exageración producida por un momento de euforia.
Ahora parecen espectros, nada es tan grotesco como los travestidos viejos, parados en las calles, esperando la muerte, aunque persisten en la ilusión de ser todavía deseables.