Hilachos tras hilacho cada noche la escoba iba cobrando forma, pero aún así, con la primera luz del sol de la siguiente mañana, la escoba se deshilachaba...
Porque todavía nadie ha llegado a darse cuenta, a descubrir el único hilacho defectuoso desde el cual tirar para desarmar la perfecta alfombra persa que creemos que es.