Los otros, las alteridades, es decir, el incivilizado, el salvaje, el indígena, el afrocaribeño, quedaban relegados a los lugares sociales más bajos según los designios del iusnaturalismo dieciochesco.
Este edificio, al no haber sufrido modificaciones importantes en los últimos siglos, está considerado como un ejemplo típico de la arquitectura dieciochesca.