Las islas desiertas son idóneas para esto, puesto que están aisladas, no traen bagage histórico, tienen poblaciones pequeñas, y relaciones no muy complejas.
Las casas desiertas han dejado cicatrices de tiroteos constantes, mientras los sollozos ensordecedores de las familias desgarradas se limitan a silenciosas súplicas.
La noche anterior, aún a las cinco de la mañana, con las calles desiertas, lo ilustraban a la perfección los pequeños corros sentados delante de las chatarrerías.
Estaba condenada a la desesperación y arrastraba los pies descalzos por calles arboladas y desiertas, lentamente, con el cuerpo erguido, casi desafiante.