Era un inventario secreto de gesticulaciones sublimes que sólo empleaba con los que amaba y lo utilizaba justo cuando estaba apunto de ahogar a uno con esos ojos desabrigados.
Era invierno cuando leyó sobre la pequeña vendedora de fósforos, y lo leyó desabrigado, tiritando, para sentir el frío que había sentido la pequeña vendedora.