La existencia de este trastorno, unida a situaciones vivenciales adversas o a trances de máxima tensión, pueden dar lugar a acciones delictivas muy violentas.
Eso, claro, para no mencionar sobreprecios, corrupción, comisiones pasadas bajo la mesa, y otras cositas delictivas más que desde hace décadas integran su agenda cotidiana.
Existe mucha preocupación en la cúpula policial regional por la seguidilla de hechos violentos, vinculados unos a otros y enmarcados en peleas entre bandas delictivas.
Socava sus valores e infiltra en su ejercicio prácticas deshonestas y, a veces, abiertamente delictivas, sin que haya para ellos ningún tipo de sanción moral.