Durante el curso de sus conversaciones, principalmente dedicadas al teatro clásico, surgió la idea de que las obras clásicas podían notarse de forma declamatoria.
Pese a su exagerada entonación declamatoria, son sin embargo versos de algún valor, o en todo caso, deben ser considerados como el tributo juvenil al aprendizaje.
La conducta declamatoria produce fácilmente rechazo, pues da la impresión de que transforma la comunicación en una clase magistral, sin posibilidad de que los otros participen activamente.
Aunque el drama se escribió casi todo en prosa con tono conversacional, hay segmentos de retórica declamatoria donde se aclaran los detalles históricos, y también se incluyen canciones.