En el estudio, los investigadores crearon tres mapas dimensionales, usando la tecnología conocida como morfometría basada en vóxel, de los cerebros de 53 personas de 60 años en adelante.
Estos caballeretes, que se creen el hoyo del queque, con sus abudantes ofertones, que nunca, ni por un pienso, se les ha pasado por sus estrechos cerebros, cumplir.
Ofrecen un gran potencial como modelo humano para el análisis de la aparición de la microcefalia, trastorno neurológico que provoca cerebros más pequeños.
Se les denomina así por sus cerebros voluminosos y su constitución parecida a la nuestra, y porque practicaban la inhumación (sepultaban a sus muertos).