Niños apáticos, evaluaciones, violencia y conducta desordenada son los indicadores que el sistema de educación en muchos países se ha vuelto inoperante.
Los partidos apáticos, los dirigentes indolentes, los intelectuales amorrados, los periodistas monocordes, los jueces acartonados y los patronos insensibles del laissez-faire egoísta son los mayores involucionistas en democracia.