Manantial permanente de conflictos desde hace 300 años, plantaciones ambicionadas por encomenderos, jesuítas, paulistas y defensores de la libertad de mercado.
Los seres humanos solemos ambicionar ser felices, para lo cual tendremos, indirectamente, que vencer miedos (peligros) que nos permitan ir más lejos con nuestros deseos.
Dígnese Él misericordiosamente hacerlo fecundo en frutos de salvación, que es la única gloria que ambicionamos y que será nuestra más preciada recompensa.