Y es que desde la gradería del frente, donde estaban amontonados todos los aficionados a ritmo de algazara y alaridos, desde el frenesí, el santiaguero se veía difuso, impreciso.
Miré en torno mío; caras extrañas, hombres fumando, cerveza derramada sobre las mesas de mármol, algazara y griterío por doquiera, al lado la música de baile.