Entre ellas se destacaba con toda claridad un chillido agudo, áspero, estridente, algo así como el alarido de una prima donna acatarrada, amplificado por un magnavoz de los malos.
Por ejemplo ayer que me fui al cine con mis pequeñas una señorita estaba tremendamente acatarrada y se pasó media película entre tissues, estornudos, gorgoritos y demás.