Poco después volvió a la vetusta casona, trayendo pala y zapapico y con diligencia se puso a abrir un ancho hoyo en el lugar indicado por el aparecido.
Refleja un cierto catolicismo ñoño, tan patrio... como el aquella vetusta libería que tenía en sus anaqueles devocionarios y novelas guarrindongas, colindantes.