Para él, el proletariado revolucionario no pasa de ser una chusma envidiosa, haragana, producto de las grandes urbes, el verdadero detritus de los pueblos blancos.
Así: el proletariado sólo puede tener una existencia histórico-mundana, al igual que el comunismo, sus acciones sólo pueden tener una existencia histórico - mundana.
Sin desarmar el tejido intelectual existente y generar un ejército propio de intelectuales orgánicos, no es posible que la hegemonía del proletariado pueda crecer.