Pero éste ejerce un poder estrictamente monárquico, casi constitucional; y aquélla es una mujer terca, obsesionada con el derecho mítico de ultratumba.
Sin embargo se perciben algunos rasgos nuevos en lo que se refiere a la organización: las comunidades locales evolucionan hacia el episcopado monárquico.
Aquí, por mucho que le duelan prendas a monárquicos y republicanos juancarlistas, la corona no está, desde hace tiempo, a la altura de las circunstancias.