El muftí de su país, tan receloso como ignorante, advirtió en su libro proposiciones sospechosas, blasfemas, temerarias, heréticas, o que olían a herejía, y le persiguió de muerte.
Lo que finalmente fue el sector triunfante consideró a todas las demás creencias como heréticas, pero antes tuvo que luchar - - a veces, encarnizadamente - - contra ellas.