De ahí, también, el deslumbramiento fascinado que producen los encartes publicitarios donde las y los jóvenes modelos ostentan su cabellera rubia, su piel blanca, su alto tamaño.
Debido a dicho trauma y a sus compañeros que lo ridiculizaban, se volvió un niño introvertido fascinado con los juegos de azar, especialmente el ajedrez.