Durante esas delicadas negociaciones diplomáticas se habría diluido el carácter laico y anticlerical que caracterizaba al país desde su definición constitucional.
De lunes a sábado se fusilaban entre uno y siete prisioneros por jornada; fluctuando el número conforme a las protestas diplomáticas e internacionales.
Nuestra izquierda debe resistir esta agresión con una contraofensiva de presiones sociales, culturales, diplomáticas y estratégicas para desalojar esas fuerzas de ocupación.