Algunos de los niños empezaron a reír cuando encontró un brazalete de circonitas al que le faltaban algunas piedras, y una botella llena hasta la cuarta parte de perfume.
Colocó el cierre de la la fina cadena de plata que siempre llevaba hacia atrás, dejando la pequeña circonita brillante caer justo en el hoyuelo bajo su garganta.